martes, 12 de noviembre de 2013

El habitar como patrimonio

Vivienda de colono con dependencias agrícolas, El Priorato, Sevilla, Antonio Fernández Alba, 1964.
Vistas de la entrada a las dependencias agrícolas que permiten ver el grado de intervención al que se ha visto sometida la edificación.
Fotografía. Elaboración propia, 3 de noviembre de 2013.


¿Cuándo nos volvimos tan celosos de nuestra intimidad? ¿Acaso fue la introducción del coche la que nos echó de la calle? 

  El Priorato sorprende por la dureza de su espacio público. Salvo en la plaza del pueblo y en una calle peatonal el resto del espacio no es para pasear sino para circular, a cuatro o a dos ruedas. Los recrecidos de las tapias, las vallas opacas y los añadidos se contraponen a las pocas configuraciones originales que quedan, que dejan pasar la mirada mostrando patios generosos, porches regados de macetas y pequeños jardines. El asfalto es el rey de las calles.

  La situación empeora cuando uno se fija en los crecimientos nuevos, que, salvo en una promoción de VPO, no dejan ni atisbar su interior. tapias imponentes, fachadas completamente enrejadas y pequeñas ventanas son el paisaje predominante incluso en otra promoción de vivienda social recien terminada. 

  Hay una letra de una canción de rap que dice: 
“Los niños ya no piensan en canicas ni en muñecos porque cambian los tiempos
 y el barrio queda en el recuerdo,
los niños ya no piensan en canicas ni en muñecos porque se ha sustituido el escondite por la playstation”. 
Sin duda da qué pensar.

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